El Valle de Villaverde es un municipio con una especial idiosincrasia, ya que pertenece a Cantabria pese a encontrarse fuera de sus límites territoriales; es decir, se trata de un enclave cántabro en Bizkaia que disfrutaba de los mismos derechos que el resto de los lugares de las Encartaciones y disponía de voto en las Juntas de Avellaneda.

Las antiguas escuelas del Valle de Villaverde acogen en su interior el Museo Etnográfico de esta localidad, el cual ofrece al visitante la posibilidad de realizar un viaje en el tiempo y así conocer cómo vivieron nuestros antepasados. Este centro nos ofrece la oportunidad de conocer en profundidad oficios tan populares como la elaboración de carbón vegetal, la producción de sidra y txakoli, descubrir cómo era una serrería o simplemente cómo era la vida cotidiana en los hogares del valle.

A su vez, los amantes del senderismo tienen la oportunidad de caminar durante un buen rato por el bosque de Tejea, de unas 250 hectáreas de extensión, al cual se accede desde el barrio de Mollinedo. Un gratificante paseo a lo largo de la cuenca del río Agüera, nacido en el corazón mismo del bosque, y arropados por robles, hayas, encinas y tejos, especie que le da el nombre.

En el barrio Henales, al que se accede desde la carretera que nos lleva a Turtzioz, encontramos las Bodegas Casona Micaela, cuyo vino, extraído de las variedades de uva Albariño y Riesling, es ideal para acompañar pescados y mariscos (admiten visitas bajo cita previa).

En el recorrido hasta el vecino municipio de Turtzioz podremos contemplar algunos de los mejores ejemplos de arquitectura rural propia de la zona, el denominado caserío trucense, híbrido entre el caserío vasco y la casa montañesa.