La Ruta del Hierro
La Ruta del Hierro está salpicada por los vestigios de un mundo de hollín y penalidades del que hoy apenas queda el recuerdo. De él guardan testimonio las asombrosas panorámicas mineras que dieron nombre e identidad a las entrañas industriales de Bizkaia.
El recorrido arranca en Trapagaran, el corazón minero de Euskadi. El funicular de La Reineta nos descubre desde el aire los antiguos yacimientos a cielo abierto, reconvertidos en lagos rodeados de rutas y zonas verdes. Un kilómetro separa este barrio de La Arboleda, donde encontramos uno de los poblados mineros mejor conservados de Europa e increíbles vistas del valle.
La explotación de los subsuelos desplazó barrios y familias enteras y transformó los paisajes hasta volverlos irreconocibles. El Centro de Interpretación Peñas Negras, en Ortuella, ha documentado estos cambios y nos ofrece un mirador privilegiado del arco minero y sus inmensas panorámicas lunares.
Pasado minero
❱ Museo de la Minería del País Vasco.
La ruta continúa hasta el Museo de la Minería del País Vasco, en Gallarta (Abanto-Zierbena). Sus instalaciones se asoman a la impactante corta de la Mina Concha II y nos conducen por la turbulenta historia minera. La miseria, las revueltas y las huelgas marcaron el día a día en los yacimientos y forjaron su la leyenda subversiva.
La regeneración del entorno ha sido espectacular. La playa de La Arena, perteneciente a los municipios de Muskiz y Zierbena, es hoy uno de los destinos predilectos para la práctica del surf. El espectáculo de repliegue que ofrecen las mareas puede contemplarse en todo su esplendor desde Itsaslur (Muskiz), un paseo marítimo que sortea los acantilados del Cantábrico entre magníficas vistas del arenal.
El cercano puerto de Zierbena aún conserva el tradicional encanto marinero, con barcos de pesca y embarcaciones de recreo custodiadas por una inmejorable selección de restaurantes. Sus célebres pescados y mariscos a la plancha harán las delicias de los paladares más exigentes.
El hierro está inscrito en el ADN de Enkarterri desde tiempos inmemoriales. Los romanos ya conocían las riquezas del subsuelo y los maestros ferrones eran admirados y muy cotizados en la Edad Media. Muskiz mantiene viva desde el siglo XVI la llama de la ferrería El Pobal. Cada sábado el herrero nos sorprende con una demostración que envuelve en fuego el viejo edificio para ‘alumbrar’ toda clase de objetos: rejas de arado, martillos, clavos...
El templo del motor
❱ Torre Loizaga, en Galdames.
En el trayecto hasta la vecina Galdames las penalidades de la mina dan paso a un mundo de lujo y glamour. Torre Loizaga, una fortaleza defensiva del siglo XIV, esconde la mayor colección de Rolls-Royce del mundo, resguardados entre montañas, bosques y viñedos. En el barrio de San Pedro nos recibe la estatua del naviero Martínez de las Rivas sobre un pedestal con grabados de escenas de trabajo. Está considerada uno de los monumentos honoríficos más sobresalientes de Euskadi.
No muy lejos de aquí, en Sopuerta, se alza la antigua Casa de Juntas de Avellaneda. La asamblea –reconvertida en el Museo de Las Encartaciones– fue durante siglos emblema de las libertades políticas y la singularidad del territorio. De la ‘carta’ foral que permitía a los encartados gobernarse a sí mismos deriva el nombre de la comarca.
En el antiguo barrio minero de La Linde se mantienen en pie dos imponentes hornos de calcinación declarados monumento industrial. En sus alrededores se abren paso senderos y áreas recreativas, ideales para disfrutar de un picnic y de un paseo a pie o en bicicleta con la naturaleza y los vestigios industriales como telón de fondo.
¡Alirón!
❱ Paseo Itsaslur, en Muskiz.
La ruta está vertebrada por la Vía Verde de los Montes de Hierro, la más extensa de Bizkaia. Sus 42 kilómetros siguen el trazado del antiguo ferrocarril minero y son perfectos para recorrerlos a pie, en bicicleta e incluso a caballo. La naturaleza se presenta en su máximo esplendor y nos invita a activarnos con un sinfín de actividades para todos los públicos.
Décadas después del cierre del último yacimiento, los ecos de las minas resuenan más allá de Enkarterri. Según cuenta la historia, en las explotaciones de los montes de Triano nació el grito entonado para festejar las victorias del Athletic: ¡Alirón! Los mineros, con acento un tanto castizo, celebraban ante sus patrones ingleses la extracción de hierro puro, “all iron”, que conllevaba paga extra. La Ruta del Hierro mantiene vivo su recuerdo en un recorrido de panorámicas sobrecogedoras, numerosos museos y rincones incomparables.