Cinco rincones fotogénicos (y sin aglomeraciones) para inmortalizar este verano

La Ventana del Relux es un arco natural que no debes cruzar… si no quieres caer al vacío. Esta obra de arte de la naturaleza se sitúa sobre un desfiladero que separa Bizkaia de Cantabria, en el valle de Karrantza. Por cierto, no hay mejor época que el verano para visitarlo, ya que en los días de sol se alcanza a ver el mar.

Es sencillo llegar hasta la Ventana del Relux siguiendo la ruta que enlazamos. El ascenso nos ofrecerá unas vistas impresionantes del valle más extenso de Bizkaia. Cruzaremos alguna alambrada y atravesaremos prados hasta llegar a un sendero que discurre entre las peñas.

El arco no se ve hasta llegar frente a él, lo que hace que la sorpresa sea mayor. Al otro lado divisaremos los pueblos de la Cantabria más oriental e incluso, en días despejados, podremos observar el mar Cantábrico en el horizonte.

“Ilso” significa “mojón”, es decir, la piedra con la que se fijaban las lindes de un territorio. El mirador del Ilso, situado en uno de los picos más emblemáticos de la zona, hace honor a su nombre y marca el límite entre los municipios de Gordexola, Güeñes y Zalla. La cima, coronada por una torreta de vigilancia, nos regala unas vistas inmejorables.

Para alcanzarla, emprenderemos una ruta muy sencilla con salida y final en la plaza de Allendelagua (Zalla). Durante el ascenso, nos adentraremos en un bosque y, tras avanzar a lo largo de tramos de pistas, divisaremos la torreta. El mirador es una estructura de madera inspirada en las que, en tiempos pasados, servían para otear los valles y prevenir incendios. En los alrededores, podremos descubrir otros "ilsos" e incluso un crómlech escondido entre los senderos.

Pese a su modesta altitud (apenas 307 metros), Punta Lucero nos regala una panorámica perfecta de la costa y una puesta de sol memorable, además de un ascenso sorprendente sembrado de vestigios bélicos (búnkeres, túneles, cañones…). Una vez en la cima, las vistas son espectaculares: a un lado, el Cantábrico y, al otro, el valle de Zierbena, resguardado entre montañas. Con precaución, nos asomaremos a un saliente que se eleva sobre el vacío para contemplar la playa de La Arena y la bahía del Abra.

La ruta de ascenso nos permite descubrir el puerto pesquero de Zierbena, que aún conserva el tradicional encanto marinero, con barcos de pesca y embarcaciones de recreo custodiadas por una inmejorable selección de restaurantes. El punto de partida se encuentra un poco más arriba, en el barrio de La Cuesta. Tan solo tendrás que seguir el enlace de abajo.

¿Sabías que en Muskiz, en plena cornisa cantábrica, puedes adentrarte en un bosque de bambú? Es un pequeño oasis verde que te transportará a un escenario exótico. Las cañas, traídas desde Filipinas a finales del siglo XIX, se integran hoy con la fauna autóctona de la cuenca del río Barbadun, declarada conjunto monumental. El recorrido de 15 kilómetros te permitirá descubrir restos de antiguos molinos, ferrerías y puentes centenarios.

Muy cerca del bosque se encuentra la ferrería El Pobal, que mantiene viva su llama desde el siglo XVI. Más de 500 años después, el herrero sigue forjando la historia en el viejo edificio ferrón. Cada sábado, ofrece una demostración en vivo, un viaje al pasado donde el fuego envuelve la forja y nos traslada a un escenario mágico. Un lugar donde, en tiempos remotos, se elaboraban clavos, arados, guadañas, enrejados e incluso espadas.

Estamos ante un mirador muy especial, distinto de todos los demás y poco apropiado para quienes sufran vértigo: la corta de la antigua mina Concha II, en Gallarta (Abanto-Zierbena). Al contrario que otras atalayas con vistas al horizonte, el antiguo yacimiento nos muestra el acceso a las entrañas de la tierra, abundantes en hierro. El mirador se encuentra en la Ekoetxea Meatzaldea, un centro ambiental que documenta el impacto de la industria en el entorno de los Montes de Hierro. A solo unos metros de aquí, podrás visitar el Museo de la Minería del País Vasco.

Para llegar hasta la corta, seguiremos una ruta que nos mostrará las sobrecogedoras panorámicas mineras de la zona, repleta de yacimientos, cargaderos, pozos y otros vestigios. Aunque las últimas minas cerraron hace décadas, sus ecos aún resuenan en Meatzaldea. Aquí nació el grito entonado para festejar las victorias del Athletic: ¡Alirón! Los mineros celebraban así ante sus patronos ingleses la extracción de hierro puro “all iron”, que conllevaba paga extra.